Cita Gandhi

sábado, 2 de diciembre de 2017

Noticia relevante para nuestros amigos humanos


Hablar con tu perro es síntoma de inteligencia

Sólo les falta hablar. Con una mirada, con un gesto, son capaces de decir docenas de cosas. Te atacan con sus ojos tiernos cuando saben que han hecho algo mal; te buscan y te echan la pata encima cuando quieren comer, salir a la calle o cuando se mueren por tus mimos. Y tú, les contestas. No sólo con los clásicos ‘sienta’ o ‘quieto’. Tienes con ellos auténticas conversaciones que, a ojos de los demás, quizá no tengan demasiado sentido. Por eso, te miran con recelo, como si estuvieras loca. ‘¿Qué haces hablando con el perro?’, te dirán. Una pregunta que ahora, gracias a la ciencia, tiene una respuesta más contundente: ‘Estoy demostrando mi desbordante inteligencia’.



Y vas a poder argumentarlo. El profesor de Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Chicago Nicholas Epley ha estudiado durante años el antropomorfismo, el proceso de conceder cualidades humanas a otras especies u objetos y ha plasmado sus conclusiones en el libro Mindwise: cómo entendemos lo que otros piensan, creen, sienten y quieren. El profesor confirma: “Históricamente, la antropomorfización ha sido considerada como un signo infantil o estúpido, pero en realidad es una tendencia que convierte a los humanos en la especie más inteligente del planeta”.

El cerebro humano está programado para buscar otras mentes con las que comunicarse y tiende a reconocer en otros seres con rostro esa capacidad. Por eso, busca empatizar y establecer vínculos con los animales, hablando con ellos como si pudieran llegar a contestar. Es su forma de determinar quién puede ser un amigo y un aliado o una amenaza, por ejemplo, revelándose así como una práctica asumida tras siglos de evolución.

Ellos también han evolucionado con nosotros. Los perros han aprendido a procesar algunos rasgos del habla de los humanos igual que lo haría cualquier otra persona, llegando a ser capaces de reconocer algunas de nuestras palabras y, por supuesto, nuestras entonaciones y nuestros gestos. Un estudio publicado en la revista Current Biology se ha ocupado de determinar, completando los estudios de Nicholas Epley, que la inteligencia animal resulta equiparable a la de los humanos en muchas ocasiones, y que las mascotas pueden procesar los discursos de una forma similar a la que nosotros utilizamos.

Así que hablar con tu perro no es ni inútil ni ñoño. Es, más bien, una respuesta cerebral propia de inteligencias superiores. Y es más habitual y antiguo de lo que pueda parecer: Epley recuerda que esta práctica, la de hablar con animales y objetos o atribuirles un nombre conocido y familiar, es más que milenaria, y recuerda por ejemplo que los grandes conquistadores no podían viajar en un barco que no tuviera nombre. Y va más allá: ¿acaso no tratamos de razonar con nuestro coche preguntándole qué le pasa cuando no arranca, o no insultamos al ordenador cuando no responde a nuestras órdenes como si fuese un adolescente rebelde?

De nuevo, antropomorfización, aunque en estos dos últimos casos, sin duda bastante menos efectiva. Pero los análisis de Nicholas Epley parecen estar quedándose cada vez más ‘teóricos’: Constantine Slobodchikoff, profesor de la Northern Arizona University, ha invertido más de 30 años en estudiar el sistema de comunicación de un tipo de roedor, constatando que utilizan un lenguaje de lo más sofisticado, y afirma que no es descabellado pensar que la tecnología termine por desarrollar un dispositivo que traduzca las ‘voces’ de perros y gatos a idiomas comprensibles para el ser humano. Y en la misma línea, el investigador William Higham se atreve incluso a poner una fecha, hablando del 2027 como el año en el que todos podremos mantener conversaciones con los animales.

Tal vez suene exagerado. Sólo el tiempo tiene la respuesta. Pero lo que sí es una realidad es que detrás de esas frases –a veces, con un tono agudo excesivo– de ‘hay que ver qué guapo es mi perrito, ¿quién te quiere a ti, eh, quién, quién, QUIÉN?’ hay más ciencia y evolución de la que pueda parecer. Por eso, no te cortes. Y al que te mire raro, explícale por qué tú eres infinitamente más lista que él.

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